Se considera “embarazo adolescente” al que se produce en mujeres menores de 19 años y, generalmente, se produce por no utilizar métodos anticonceptivos y no por ser voluntariamente buscado.
Y es que los jóvenes comienzan demasiado pronto a experimentar con sus cuerpos y a practicar el sexo, y no son plenamente conscientes de que las consecuencias de no practicarlo con seguridad pueden condicionar el resto de su vida. Y no nos referimos sólo a quedarse embarazada demasiado pronto, sino también a las enfermedades de transmisión sexual, algunas de las cuales pueden llegar a ser muy graves y de fatales consecuencias.
Por otra parte, el embarazo de una adolescente está considerado de alto riesgo, pues el cuerpo de la mujer a esa edad aún no está suficientemente maduro como para afrontar el desgaste que supone dicho proceso. Por supuesto a menor edad, mayores complicaciones existen. Y es que la llegada de la edad fértil con la aparición de la menstruación no implica que la fisionomía de la afectada esté aún suficientemente desarrollada para soportar los cambios que produce el embarazo, ni para dar a luz de forma natural. Hay que recordar que la menstruación, que marca el comienzo de la fertilidad de la mujer, suele aparecer en torno a los 11 años, a veces incluso antes.
Por otra parte, y no menos importante, está el desarrollo emocional, la madurez que se necesita para ser madre, que tarda aún más en llegar que el desarrollo físico. La adolescencia es una época complicada, es el periodo en el que se está a caballo entre la niñez y la edad adulta, en el que se reacciona como niño pero se pretende actuar como si ya se fuese mayor.
Y ahí está la clave de esta cuestión. Las relaciones sexuales no son un juego, no son simplemente una forma de pasarlo bien. Para disfrutar de ellas es necesario tomar precauciones y ser conscientes de porque se llevan a cabo. Cuestión aparte son los casos en los que la adolescente ha sido forzada y, a consecuencia de este hecho terriblemente doloroso, se queda embarazada. En estos supuestos lo mejor es denunciarlo cuanto antes y ponerse en manos de los especialistas.
Entre las complicaciones médicas que se puede encontrar una adolescente embarazada encontramos la hipertensión, la toxemia, la anemia, la placenta previa o el parto prematuro. Incluso el riesgo de muerte a consecuencia de estas complicaciones es mayor a menor edad.
Y, aparte de todo esto, están las repercusiones en cuanto a la vida diaria de la joven, como tener que dejar de estudiar, enfrentarse a la decepción familiar, asumir responsabilidades que aún le quedan muy grandes.
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